martes, 1 de abril de 2014

La creación - Día 7: el proceso terminado

Hola a todos. Dentro de poco voy a empezar a publicar una serie de reflexiones basadas en el libro de Isaías, todas ellas vinculadas a la idea del sábado, y pensé que era una buena idea conectarlo con el último día bíblico de la creación. Creo que para eso es importante que recopilemos un poco las reflexiones sobre el proceso en el que Dios hizo todo lo que existe. Hay un pasaje que me encanta, y por eso lo tomé en esta publicación, que tiene que ver con la obra de Jesús en relación con la creación. La idea es pensar, ahora, qué nos enseña el séptimo día.

En la introducción planteé la importancia de conocer y reflexionar en profundidad en el relato bíblico sobre la creación del mundo. Creo que hay gran confusión en el supuesto enfrentamiento entre ciencia y fe, como si fueran cosas opuestas. En algún momento voy a hablar de eso, pero en esa publicación dije que me parecía importante integrar lo que conocemos humanamente, a través de la ciencia, con la visión que la biblia nos ofrece, la cual creemos por fe, no porque no tenemos motivos, sino porque hemos llegado a descubrir que la biblia dice cosas totalmente ciertas. La fe no es ciega, se apoya en la evidencia vital de cada creyente. De ahí la importancia de relacionarnos con Dios de manera personal para poder conocer bien la Escritura. Es otro tema del que pronto voy a hablar.

También dije en la introducción que había descubierto muchas cosas que el relato del Génesis tenía para enseñarnos sobre nosotros mismos, sobre nuestra relación con Dios y sobre las cosas que él va haciendo en nuestra vida.

Día 1: la luz - Lo primero que Dios hizo fue encender la luz en medio de la oscuridad. Eso mismo hace en nuestras vidas. Ni bien lo recibimos en nuestro interior, enciende su luz, y nos hace empezar a ver qué cosas nos alejan de él, de sus bendiciones, de sus propósitos. Nos hace ver, en definitiva, qué cosas son perjudiciales para nuestras vidas y las de otros.

Día 2: el firmamento - Dios crea el cielo, al cual conocemos también como "firmamento". El cielo, a pesar de que parece algo volátil, es un elemento firme, que siempre está ahí, prácticamente inmutable. A través de él, Dios nos invita a pensar que primero que nada, está el cielo. Recién después está la tierra. Lo más importante son las cosas espirituales, y las materiales responden a las espirituales. Decía que era fundamental vivir con los pies en la tierra, pero siempre mirando al cielo primero, para tener un ancla en aquello que no cambia según las circunstancias. Sólo así alcanzamos la libertad con la que podemos identificar, justamente, al cielo, al aire.

Día 3: la tierra y la vegetación - Después, Dios crea la base firme sobre la que la vida puede desarrollarse. Sin esa base firme, no es posible. No podemos quedarnos sólo con el cielo, sino que tenemos que bajar eso a la tierra, a acciones prácticas y concretas. Esas prácticas son como semillas que sembramos, y que dan fruto. Cada decisión que tomamos se va ramificando, y disparando en otros decisiones propias que también se ramifican. Por eso, es importante prestar atención a qué semilla sembramos. Dios mismo, al hacernos, crea personas diferentes, a propósito, cada una con distintas características, para que cada uno siembre lo que tiene dentro. Dios no fabrica en cadena, sino artesanalmente.

Día 4: los astros - A veces nos quedamos con la idea de que el sol, la luna, las estrellas, los planetas, tienen una función solamente material: alumbrar, albergar vida, etc. Sin embargo, Dios nos dice que los creó por un motivo más importante: recordarnos que este mundo no es todo lo que hay, y que por encima nuestro, además, hay alguien que está en autoridad. Esta autoridad tiene que ver con que él mismo nos creo, y hasta nos puso en una posición de privilegio y de responsabilidad. Además, lo hizo para recordarnos que por encima de los tiempos y los cambios humanos, está él, eterno e invariable, siempre el mismo Dios. Él es soberano, tiene todo bajo control. Nada se le escapa. De la misma manera, se ofrece para conducirnos a nosotros, para ser quién guíe nuestras decisiones, y así encontrar los mejores caminos y destinos. Si lo permitimos, nosotros mismos nos convertimos en astros brillantes que ayudan a otros a encontrar esos caminos.

Día 5: los seres vivientes del agua y el cielo - Las primeras formas de vida que Dios crea aparecen en el agua y en el cielo. Compartí la idea de que Dios crea vida en donde no la hay, y que esa vida brota y se expande por todos lados. Se nos transmite la idea de mares rebosantes de vida, porque en definitiva, Dios nos da vida en abundancia. Y además, nos recuerda qué prioridades nos conviene tener: el cielo antes que la tierra. No es que la vida cotidiana no sea importante para Dios, sino todo lo contrario: es tan importante, que Dios quiere que bajemos el cielo a la tierra, para lo cual necesitamos dedicar nuestras mayores fuerzas a conocer y comprender ese "cielo", es decir, las cosas espirituales, las cosas de Dios. Si bebemos de la fuente que Dios nos provee, rebosamos de vida.

Día 6: los seres vivientes de la tierra - La ciencia nos enseña que los animales acuáticos, eventualmente, salieron del agua. La biblia nos recuerda que fue Dios el que hizo aparecer la vida en la tierra, lo cual nos recuerda que en todo el desarrollo de la existencia, la mano del Señor está permanentemente conduciendo los procesos, aunque no podamos darnos cuenta. Esto nos genera dudas y preguntas, y está bien que así sea. Algunas vamos a poder responderlas, otras tal vez no. Dije en esa publicación que me llamaba la atención las similitudes que Dios establece entre animales y seres humanos. Los dos son creados a partir de la tierra misma, para que no nos olvidemos, en definitiva, de que, aún si somos especiales para Dios, no somos tan diferentes del resto de la creación. Somos parte de ella, y si somos especiales es solamente por las condiciones en las que Dios nos creó, porque fuimos hechos a imagen y semejanza suya. Pero en definitiva, nos hizo pertenecer al llamarlo "reino animal" junto con otras especies, para que aprendamos a ser humildes, aún si aceptamos que nuestro propósito incluye el dominio sobre los animales. No podemos hacer cualquier cosa con el resto de la creación, porque Dios sigue estando en un "reino" superior al nuestro, y él es el dueño.

Día 6: el género humano - Finalmente, Dios describe, con más detalle, cómo fue creado el ser humano, para qué, y bajo qué condiciones. Se nos da el propósito de cuidar y cultivar la creación, es decir, se nos pone como administradores de algo que no nos pertenece. Como parte de esta administración, tenemos la libertad y la misión de crear cultura, y reproducirla en el tiempo. Dios crea, en cierta manera, la historia misma, al crear al ser humano como criatura creadora. Para hacer esto, a la vez, el ser humano necesita reproducirse a sí mismo biológicamente. Pero no se lo puede hacer de manera desordenada. Dios propone un orden: la familia. Entonces, a través de la familia, el hombre se reproduce física y culturalmente, porque pasa esa cultura a la siguiente generación. Así, el proceso de creación, termina siendo eterno, infinito. La creación se extiende a sí misma, bajo la dirección de Dios.

"Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora. Ésta es la historia de la creación de los cielos y la tierra."
Génesis 2:1-4

Llegamos finalmente al punto final. Recién planteé la idea de que la creación estaba pensada para ser continua, infinita, eterna. Extendiéndose en el tiempo, pero en la eternidad, donde el tiempo no existe. ¿No es esto muy contradictorio? Bueno, sí, es contradictorio. Desde la lógica humana, Dios mismo es contradictorio. Hay que morir para poder vivir, hay que obedecer para poder ser libres, al mismo tiempo hay que ser libres para poder obedecer de verdad, y podría dar muchísimos ejemplos.

Pero justamente, eso es lo que quiero remarcar como conclusión de toda esta serie de reflexiones. Sin duda, debería dedicarle alguna publicación a la caída del ser humano, la frustración de la creación. Pero hoy quiero detenerme en que Dios, siendo eterno, ve las cosas desde una óptica que jamás vamos a poder abarcar del todo. La historia de la creación no se detuvo cuando Dios se "detuvo" a mirar para atrás, y ver todo lo que había creado. Dios no descansó en el sentido que nosotros lo entendemos. Su descanso pasa por otro lado.

Vayamos despacio. El texto dice que los cielos y la tierra quedaron terminados, junto con lo que hay en ellos. El proceso donde Dios tenía que crear cosas que no existían, acabó. A partir de ahí, como dice Eclesiastés 1:9, "no hay nada nuevo bajo el sol". Todo lo que el ser humano crea, construye, fabrica, lo hace a partir de cosas que ya existen. Podría dar miles de ejemplos, pero el espacio no me alcanzaría.

Dice después, el pasaje de Génesis, que "Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido". Quiero destacar esto: descansó porque había terminado su obra. O sea, Dios está enseñándonos que no podemos detenernos a descansar y relajarnos si no terminamos lo que empezamos. Por supuesto, no quiere decir que trabajemos las 24 horas del día sin dormir. Pero si nos fijamos, Dios tampoco hizo eso. A lo largo del proceso de creación, la biblia muestra que el Señor se detuvo a ver cómo iban quedando las cosas. Pero después de terminar toda su parte, se pone a contemplar su obra, y a disfrutar de ella.

Creo que esto es muy importante. ¿Cuándo fue la última vez que cada uno de nosotros se sentó a disfrutar de su obra, de su trabajo, del resultado de su esfuerzo? ¿A qué estamos esperando? ¿Será que nos embarcamos en demasiadas cosas a la vez, y mientras terminamos una estamos en medio de otra, en vez de poder frenar y descansar? ¿O será que nos han enseñado que frenar y disfrutar es una pérdida de tiempo? Voy a volver sobre esta idea cuando hable del tema de honrar el séptimo día, pero quiero insistir en que Dios descansó, paró para contemplar y disfrutar.

Contemplar y disfrutar. Meditar y divertirse. A veces las pensamos como cosas contrapuestas, pero me parece que el balance entre ambas es muy importante. Tenemos que detenernos a pensar sobre lo que venimos viviendo, reflexionar sobre lo que podemos aprender en base a la experiencia de nuestra vida, sacar conclusiones, pensar sobre nosotros mismos y los que nos rodean, y ver qué deseos, sueños y planes tenemos para el futuro. Pero también tenemos que tomarnos un tiempo para relajarnos, descansar la mente, salir con nuestros amigos, hablar de cosas cotidianas y hasta superficiales, y como decimos habitualmente, "pasarla bien".

Dos cosas que van de la mano, y que refuerzan la otra cosa de la que venía hablando: las responsabilidades. Si una de las tres patas falla, pienso que fallan todas, y me da la impresión de que esto es lo que Dios quiere enseñarnos al descansar en el séptimo día. Por eso, Dios santificó ese séptimo día, lo consagró, lo apartó especialmente para descansar. Tres pilares para nuestras vidas: meditar, divertirnos, trabajar.

Espero que toda esta serie de publicaciones haya sido de mucha bendición. No estoy seguro de cuál va a ser el tema de la próxima, probablemente la caída. Pero es importante tener en cuenta este proceso de creación del mundo, del primer al séptimo día. El proceso de intervención de Dios en nuestra vida se parece, pienso, al de la creación: crea la luz, nos conecta con el cielo, como resultado nos ordena la vida en la tierra, nos da dirección al tomar decisiones, eso crea vida en nosotros en rincones donde no la había y acomoda nuestras prioridades, eso después se extiende, se multiplica y da frutos, y trae como consecuencia que empecemos a alcanzar nuestros propósitos al convertirnos en administradores de lo que nos rodea, para poder finalmente encontrar ese balance entre meditar, descansar y hacer.

Que Dios, creador de todo lo que existe, desarrolle en nosotros la confianza necesaria para creer las cosas que nos enseña, y la sabiduría para detenernos a reflexionar, sin descuidar los momentos de distensión, y sin olvidar nuestras responsabilidades, para que vivamos la vida plena que él soñó para nosotros, una vida donde podamos disfrutar, es decir, sacar jugo, tanto a lo bueno como a lo no tan agradable. En fin, que Dios, que nos creó incluso a nosotros, nos recree todo el tiempo, haciendo algo nuevo en nosotros hasta que alcancemos la mejor versión posible de nosotros mismos. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

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