lunes, 2 de septiembre de 2013

La nueva vida 3 - La gran apuesta

Hola a todos. Seguimos con esta serie sobre la nueva vida. Mi intención es publicar un poco más seguido, pero se me está haciendo complicado por cuestiones de tiempo. En cualquier caso, espero que puedan ir siguiendo la idea principal de estas reflexiones.

Hasta ahora dijimos que hay tres cosas básicas para poder empezar a entender la vida que nos propone Dios: la biblia, que es su palabra, y que es totalmente verdadera; la relación directa con él, sin la cual no podemos entender su palabra ni conocerlo a él; un cambio en el sentido común que conocemos, que nos enseñaron desde chicos, porque muchas cosas que Dios nos propone no encajan en él. Dijimos que existen a simple vista dos maneras de vivir, una como nos ofrece la sociedad, otra como nos ofrece Dios, y son incompatibles. En algún momento vamos a tener que decidir a cuál de los dos puntos de vista le voy a prestar más atención. Llamé a este momento la encrucijada. Para superarla, tengo que animarme a salir del molde que me impuso la sociedad en la que vivo. Una vez que doy este paso, empiezo a ser libre y tengo la posibilidad de seguir a Jesús de verdad, y disfrutar de la vida que él me ofrece.

"Sucedió que un hombre se acercó a Jesús y le preguntó:
-Maestro, ¿Qué de bueno tengo que hacer para obtener la vida eterna?
-¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? -respondió Jesús-. Solamente hay uno que es bueno. Si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos.
-¿Cuáles? -preguntó el hombre.
Contestó Jesús:
-'No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre', y 'ama a tu prójimo como a ti mismo'.
-Todos ésos los he cumplido -dijo el joven-. ¿Qué más me falta?
-Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas".
(Mateo 19:16-22)

"Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?"
(Lucas 9:23-25)

Bueno, el primero es otro pasaje que me parece bastante fuerte. En algún momento dije que a mi entender había tres formas de hacer encajar nuestra fe en nuestras vidas: "cumplir y vivir", llevar dos vidas paralelas, y hacer lo inverso, encajar nuestra vida en nuestra fe, es decir, vivir siempre según mi fe. El caso de este pasaje parece ser un ejemplo claro del segundo modo. El joven rico quería obtener la vida eterna, pero para hacerlo estaba convencido de que tenía que hacer muchas cosas. Parecía muy comprometido, de hecho afirma que practica todas las primeras cosas que Jesús le menciona. Por supuesto que podríamos preguntarnos si realmente era tan así. Pero Jesús lo confronta en otro nivel. Le propone una apuesta diferente.

Y eso es un poco lo que pasa en nuestras vidas después de que superamos la encrucijada. Este hombre aparentemente había llegado ya a la conclusión de que los mandamientos eran buenos. Pero lo que Jesús le dice es mucho más profundo: no se trata de ser bueno o de hacer lo bueno. "Solamente hay uno que es bueno", dice Jesús. La clave para tener la vida que Jesús nos ofrece es otra: "si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo" (19:21).

Ahora, ¿realmente es "vender todo" lo que Jesús le está proponiendo? Lo que a mí me parece es que Jesús, que va siempre más allá de lo evidente, está viendo que lo más importante para este hombre es su riqueza. Tal vez se apoyaba demasiado en ella. Entonces, Jesús va por ese lado, y le dice básicamente que si quiere realmente encontrar la vida nueva, tiene que estar dispuesto a sacrificar lo más preciado que tiene. Tiene que estar dispuesto a dejar ir todo lo que amaba en la "vida vieja", diríamos.

Pero entonces, para este hombre, vender todo probablemente equivalía a morir. Podemos imaginar que, ya que era rico, toda su vida hasta ahí se había dedicado a enriquecerse. Vender todo eso ahora era como tirar por la borda todo lo que había hecho durante su vida. O sea, morir.

Esa es en mi opinión la apuesta que nos pide Jesús: morir. Por supuesto, así como con el joven rico lo importante no era en sí vender todo, sino el hecho de dejar atrás todo lo que lo ataba a su propia vida, con esto de morir pasa lo mismo. No nos dice que tenemos que quitarnos la vida, sino que tenemos que renunciar, en nuestra mente, a todo lo que tenemos en alta estima en esta vida. Tomar cada día nuestra cruz, dice el pasaje de Lucas. La cruz es en definitiva el símbolo de lo que Jesús hizo por nosotros, y eso fue lo que él hizo, arriesgar hasta su propia vida, es más, arriesgó hasta lo más preciado que tenía, su comunión con el Padre. Se sintió abandonado por él cuando moría en la cruz. Arriesgó todo. Pienso que esa es la actitud que nos propone Jesús.

Dice Filipenses 3:7-8, "todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo". Pablo está diciendo que en comparación con estar cerca de Jesús y disfrutar de la nueva vida, todo es desechable. Él sabía de lo que hablaba, porque estaba preso cuando escribía esto. Sin embargo, prefería eso antes que tener una vida llena de cosas de este mundo, que no se comparan, dice él, con el valor de estar cerca de Jesús y disfrutar lo que él nos da.

Esto puede sonar muy fuerte. Jesús nos propone que nos desprendamos de todo lo que más amamos en esta vida, para poder así encontrar la plenitud de la vida que él tiene para ofrecernos. "Si quieres ser perfecto", yo diría que podemos parafrasearlo diciendo "si quieres estar completo". A veces no son cosas, a veces son relaciones, o incluso personas. A veces Jesús puede preguntarnos: "¿estás dispuesto a que esa persona deje de ocupar el centro de tus decisiones y tus motivaciones?". Lo que nos pide Jesús, en definitiva, es subir la apuesta. "¿Cuánto estarías dispuesto a dejar por mí, si fuera necesario?

La vida que nos propone Dios está llena de tesoros que tal vez sean invisibles o intangibles, pero no por eso son menos reales. Y si nuestros tesoros más importantes están en la tierra, no hay lugar en nosotros para esos tesoros que son del cielo. Por eso se nos pide esto. Por eso es como una apuesta. No vemos cuánto vamos a ganar, pero si no apostamos, nunca lo vamos a saber.

Entonces, Jesús nos invita a subir la apuesta. Tengo que simplemente estar dispuesto, de todo corazón, a desprenderme en mi mente, en mis motivaciones, en mis más profundos deseos, de aquello que es más importante para mí en esta vida. Porque es necesario que lo más importante de todo sea Jesús, en todo momento. Muchas veces este es el motivo por el que nos cuesta dar nuevos pasos en la fe. No nos animamos a arriesgar determinadas cosas, determinadas relaciones, determinados sueños. Sin embargo, Dios quiere darnos algo que seguramente es mucho mejor, ¡tal vez incluso terminemos multiplicando eso que teníamos miedo de perder! Jesús dice, en el mismo pasaje, poco más adelante, "todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (19:29).

En resumen, la vida verdadera, plena, está en Jesús. Es una vida mucho más completa y feliz que la vida que nos ofrece el mundo. Pero para recibir una vida nueva, tengo que dejar atrás la forma vieja de vivir. El proceso está lleno de pequeñas encrucijadas, donde voy a tener que decidir si me aferro a las cosas que ya tengo o confío en que Dios va a tener algo mejor. Cuando Dios me pide que suelte algo, es sólo para darme algo mejor. Tal vez no sea enseguida, pero por eso es como una apuesta. No puedo conocer de antemano el resultado. Tengo que confiar en que va a ser mejor. Ante semejantes desafíos de Jesús, tengo dos opciones: conformarme con lo que ya tengo y aferrarme a ello, o entender que podría estar recibiendo cosas mucho mejores y entonces no conformarme nunca, seguir siempre "vendiendo" todo lo que tengo para "comprar", o para recibir, todo lo que Jesús quiere ofrecerme.

Siempre puedo dar un paso más. Siempre puedo subir un poco más la apuesta. Sólo tengo que tomar la decisión. ¿Estoy dispuesto a morir, a renunciar a todo lo que amaba, con tal de conocer a Cristo? ¿O voy a dejar que el miedo de perder lo que tengo en esta vida me prive de los enormes regalos que Dios quiere hacerme por medio de él? La decisión es de cada uno.

Hay una sola vida, y hay que vivirla. Para eso es necesario salir del molde de nuestra sociedad, o incluso el molde que nosotros mismos construimos para nosotros, según lo que creemos mejor, y animarnos a vivir como Dios cree que es mejor para nosotros. Y esto va a implicar que arriesguemos cosas. Cuanto más estemos dispuestos a arriesgar, mayor porción vamos a alcanzar de lo que Dios quiere darnos. Como dice, otra vez, Filipenses, "olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está adelante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús" (Filipenses 3:13-14).

Animémonos a arriesgarlo todo, a apostar todo por Jesús. Eso es confiar, eso es creer en Cristo, apostarlo todo por él con la certeza de que, sí o sí, salimos ganando. Y esto es algo de todos los días. Espero que hayan sido confrontados, desafiados y bendecidos por esta reflexión tanto como yo mismo al meditarlo la primera vez, hace un tiempo, y cada vez que vuelvo a reflexionar sobre esto.

Que el Dios de nuestro llamamiento celestial, el que nos ofrece la vida nueva y completa por medio de Cristo, nos ayude a ser fuertes y mantenernos firmes para que podamos apostarlo todo por él, y nos haga saber bien dentro de nosotros que nada, ninguna cosa a la que podamos aferrarnos, vale más la pena que la vida que él nos ofrece. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Querés compartir tus propias reflexiones sobre el tema?