jueves, 9 de enero de 2014

La visita de los sabios: seguir la estrella

Hola a todos. Como seguramente todos saben, hace algunos días recordamos el día en que los llamados "reyes magos" fueron a llevarle regalos al niño Jesús, recién nacido, en un establo de Belén. No podemos afirmar que sean tres, aunque sí son tres los regalos. No podemos tampoco confirmar que sean reyes, y el termino "magos" se refiere a que eran sabios. Pero lo cierto es que fue un momento muy importante, no sólo en la vida de Jesús, sino además en el testimonio de quién él era. Por eso, creí conveniente hacer una pequeña pausa en la serie sobre la creación y compartirles una reflexión que hice el 7 de enero a la mañana. Espero que sea de mucha bendición.

Mateo 2:1-12

Dios había anunciado a los antiguos que él mismo se iba a hacer presente en un niño (Isaías 7:14, 9:6), que iba a nacer rey de los judíos. Iba a nacer en Belén (Miqueas 5:2), la ciudad del rey David. En el oriente, esto posiblemente haya sido anunciado por los profetas judíos en el cautiverio. Los astrónomos del oriente, estudiosos del cielo, notaron el evento, lo leyeron en las estrellas. Toda la creación anunciaba la venida del salvador.

El nuevo testamento lo establece también: "la creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda firme la esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios" (Romanos 8:19-21).

Los sabios conocían también la profecía sobre la estrella: "lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca. Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel" (Números 24:17), pero eso no fue suficiente, no se conformaron. Comprendieron la magnitud del suceso que estaba por ocurrir. El principio de la sabiduría es el temor de Dios, Proverbios 1:7 lo declara así. Los sabios tomaron una decisión respecto a su conocimiento. Es lo que distingue a un sabio de un simple erudito. El verdadero sabio no se queda sólo con el conocimiento, sino que actúa a partir de él, y lo hace en pos de acercarse a Dios. Los sabios del oriente decidieron seguir la estrella, para adorar al Señor que estaba por nacer.

Nosotros también tenemos una estrella, que nos lleva a adorar al rey y al salvador. Jesús es la estrella reluciente de la mañana (Apocalipsis 22:16). Si seguimos nuestra estrella, en cualquier lugar donde estemos nos va a llevar a la adoración de Dios, el Dios trino, el soberano de la creación.

Pero no alcanza con conocer. No alcanza con saber que está, o con entender lo que espera de nosotros. Adorar a Dios es una actitud de nuestra mente, que se traduce en acciones y en objetivos para nuestra vida. Tenemos que tomar una decisión con respecto a la estrella. Si la vamos a seguir, tenemos que conocerla, sí, pero también hacer las cosas como Jesús nos enseña. Seguir a Jesús es, básicamente, eso.

La adoración de Dios es parte fundamental del propósito por el que fuimos creados, y es el propósito de todo el plan divino de salvación. Fuimos salvados específicamente para eso. Si no lo hacemos, siempre va a faltarnos algo en la vida. Nada menos que nuestra principal característica como especie. Lo que nos viene faltando desde la caída.

Que podamos redescubrir la estrella que nos guía, aferrarnos a ella y adorar al Dios que nos creó, que nos salvó y que nos acompaña y nos llama una y otra vez, hasta que respondemos a su llamado. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

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