lunes, 3 de febrero de 2014

La creación - Día 5: los seres vivientes del agua y el cielo

Hola a todos. Continuando con la serie sobre la creación, me pareció interesante separar en dos el relato de la aparición de los seres vivientes sobre este mundo. Nos vamos acercando ya al final del proceso creativo de Dios, al momento climático, digamos. Quiero insistir, creo que nunca está de más, en que lo más importante de lo que está publicado acá no es la reflexión en sí, sino el pasaje. Por supuesto, la reflexión puede aportar muchas cosas, pero me parece crucial que se tomen un momento para orar, pedirle a Dios que abra sus mentes para escucharlo a él, y leer detenidamente el pasaje. Recomiendo incluso anotar lo que sienten que Dios les marca a través de su palabra. Después de todo, fue así como surgieron todas las reflexiones que publico en este blog.

"Y dijo Dios: «¡Que rebosen de seres vivientes las aguas, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del firmamento!» Y creó Dios los grandes animales marinos, y todos los seres vivientes que se mueven y pululan en las aguas y todas las aves, según su especie. Y Dios consideró que esto era bueno, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares. ¡Que las aves se multipliquen sobre la tierra!» Y vino la noche, y llegó la mañana: ése fue el quinto día."
Génesis 1:20-23

Me resulta interesante que en primer lugar, creó vida animal en el agua y surcando los cielos. Aún antes de crearla en la tierra, antes incluso de crear al ser humano, que iba a portar la propia imagen de Dios. La pregunta que me hago es, ¿por qué primero el agua y el cielo?

En cuanto al agua, recordemos que a lo largo de las Escrituras, el agua simboliza la vida. Evidentemente, Dios pretendía que fuese así desde el principio, y ese puede ser un motivo por el cual haya empezado por los mares. En definitiva, el agua de la creación fue "agua de vida", como el agua del que habla Jesús al encontrarse con la mujer samaritana: "el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna" (Juan 4:14). En definitiva, el agua que Jesús estaba ofreciendo no era otra cosa que el agua de la creación, no el agua física, sino la misma esencia divina que generó vida en el agua desde el primer momento. Hoy en día sabemos que el agua es indispensable para la vida como la conocemos. Dice el Génesis que el mar rebosó de vida.

En cuanto al cielo, pienso que tiene que ver con el orden de prioridades. De la misma forma que Dios creó primero el cielo y después la tierra, pobló el cielo antes que la tierra. Tal vez esto fue lo que quiso enseñarnos Dios a través de esto. Tenemos que ocuparnos del cielo antes que de la tierra. No me refiero a un orden temporal, es decir, primero dedicarle unas horas a pensar y hacer cosas relacionadas con Dios, y recién después empezar con las cosas de este mundo. Me refiero más bien al espacio que le dedicamos en nuestra vida en general. Si pasamos más tiempo o dedicamos más esfuerzo a nuestra vida en la tierra que a meditar en la palabra de Dios y reflexionar sobre nuestra propia experiencia de vida, tal vez estemos fallando en el orden de las prioridades.

Por supuesto que las dos cosas son importantes, pero no me atrevo a decir que son igual de importantes. Creo que en más de una ocasión, Dios deja muy claro que lo más importante de todo, es nuestra vida espiritual. Lo demás es sólo circunstancial. El problema de tener desordenadas las prioridades es que estamos desperdiciando vida. Muchas veces pensamos que por dedicarle más tiempo a algo en particular, a alguna actividad, nos va a salir mejor.

Sinceramente, no creo que sea así. Si no estudio, no voy a saber mágicamente qué decir en el examen; sin embargo, nuestra tendencia es a enfocar toda nuestra mente en la actividad que tenemos delante. En mi opinión, es un error. No pienso que nos vaya a ir peor si dirigimos una parte de nuestro esfuerzo a no distraernos de lo más importante, que es nuestra relación con Dios. Proporcionalmente, deberíamos dedicarle nuestro tiempo de mayor calidad a él, antes que a cualquier cosa en la tierra.

Dios hace brotar vida de aquello que no la tiene. En la vida del creyente pasa lo mismo: somos como muertos en vida, por causa de nuestros pecados, es decir, como consecuencia de esas cosas que nos hacen tomar caminos que no son los que Dios propone. Pero Dios nos infunde vida de verdad, y en abundancia (Juan 5:25-26,10:10). Lentamente, él va cambiando nuestro rumbo, para que vivamos una vida cada vez de mayor plenitud al caminar por las sendas que él planeó para nosotros. Va limpiando nuestras manchas, de manera que incluso, esa vida verdadera y abundante se hace cada vez más visible también desde afuera, convirtiéndonos, en definitiva, en manantiales, como los que dice el pasaje de Juan 4 que mencioné antes.

Por último, creo que un motivo por el que Dios creó la vida animal en el agua y el cielo antes que en la tierra, fue para que todos los seres vivientes tuviesen tiempo de desarrollarse apropiadamente. Recordemos que ya había vegetación sobre la tierra. Dios quería, en definitiva, que todo estuviera ordenado y parejo. El orden de la creación, en este sentido, revela un atributo de Dios mismo, y el cual él mismo imprime a nuestra vida cuando lo recibimos. El Señor pone orden en nuestra vida, como ya dijimos, y en nuestras prioridades.

Quiero resaltar este punto: en la mente de Dios, al parecer, el cielo viene antes que la tierra como prioridad.
Me parece que eso debería llevarnos a repensar en qué invertimos, no sólo nuestro tiempo, sino nuestros mayores esfuerzos y nuestra mayor concentración. Una cosa no quita la otra, pero todo sucede al mismo tiempo, así que la opción de decir "bueno, pero por estos días me dedico de lleno a esto, y después retomo las cosas del cielo" no creo que sea válida. Todos los días, en toda nuestra vida, lo más importante es buscar las cosas del cielo. Todas las demás cosas, en definitiva, se agregan, y por lo tanto, no son centrales. "Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas" (Mateo 6:33).

Que el Dios que hace brotar vida de donde no la hay, haga de nosotros mares rebosantes de vida, ordenando nuestras prioridades y enseñándonos a transitar sus caminos, para que podamos tener plenitud y traer plenitud a otros. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

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